Es muy conveniente precisar todos aquellos detalles que no estén suficientemente claros, así como comparar los mismos productos financieros en más de una entidad. Habrá que informarse al detalle sobre las comisiones y gastos a afrontar, ya que la «letra pequeña» siempre es importante, máxime en el caso de la adquisición de un compromiso financiero a medio y largo plazo.
La cuesta de enero, los gastos extra navideños, el comienzo del curso escolar, las reformas en el hogar, la compra de un coche o los gastos inesperados se afrontan, en muchos hogares, mediante créditos personales. A diferencia de los créditos hipotecarios, en los que el plazo de amortización puede llegar a los 30 años, los prestamos personales se caracterizan por un plazo de devolución mucho más corto -entre un mes y cinco años-, un capital prestado no muy elevado -entre 3.000 euros y 60.000 euros- y un tipo de interés, al margen de la negociación particular con el banco, bastante alto -entre un 7 y un 10% T.A.E.- para que al banco le salga rentable prestar poco dinero a corto plazo.
Este tipo de interés más elevado también se debe a que la entidad bancaria corre mayor riesgo, pues no dispone de ningún tipo de aval en caso de producirse un impago, mientras que en los préstamos hipotecarios la garantía de pago es un bien inmueble, lo que faculta al banco a embargar la cosa hipotecada en caso de impago.
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